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LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN

No es sencillo comenzar a escribir acerca del acto mismo de escribir. Y se complica más aún cuando parece ser que, en este momento, es mucho más urgente conectarnos por escrito: no podemos vernos, no podemos charlar y explicarnos lo que queremos decir cara a cara y tampoco resulta tan sencillo coincidir en las expresiones que usamos para referirnos a una cosa u otra.

Tenemos que pensar que la escritura nos puede acercar y, al mismo tiempo, nos puede alejar; también tenemos que comprender que la única manera de que otras personas sepan o entiendan lo que queremos transmitir por escrito es utilizando todos los recursos que tenemos a disposición. Para explicarme mejor, voy a utilizar una metáfora que es muy conocida en la Filosofía contemporánea: un texto escrito es como una "huella". Esto quiere decir que me indica que una persona pasó por allí (es decir, que hubo alguien que escribió), pero también que esa persona no va a estar presente en el momento en que yo lea lo que escribió, de la misma manera que los pies ya no están en el mismo sitio en el cual dejaron la huella. Esta metáfora, cuya actualidad debemos al ya fallecido Jaques Derridà, nos convoca a pensar éticamente el proceso de escritura: cuando escribimos, lo hacemos pensando en otra persona; en alguien que va a leer lo que estamos escribiendo y a quien queremos transmitirle algo.


"La escritura es un medio de comunicación; por lo cual, yo tengo que poder decodificar el mensaje que envían. Está pensado para un otro que no siempre está presente..." (Camila Cerezo, docente de primaria)

Esta frase, con la que mi pareja trata de transmitirle a sus estudiantes de primaria la importancia que tiene una caligrafía clara para que ella pueda comprender lo que escribieron, es un poderoso mensaje que atraviesa -y va más allá- que la forma de las letras: el lenguaje privado no es posible porque, desde el principio, se encuentra enclavado en la posibilidad de formar parte de una comunidad. Entonces, el mensaje que quieren transmitir debe poder decodificarse tanto por la forma de los caracteres que utilizan para escribirlo, como por el sentido (o sea, por el contenido) del mismo. No podemos enojarnos con quien no nos ha entendido, ya que no está en nuestra mente (y que bueno que nadie esté en nuestra mente!) y no puede saber lo que queríamos expresar cuando escribimos este o aquel fragmento. Desde este punto de vista, la comunicación es algo que construimos en conjunto y cuyas asperezas debemos ir trabajando.

Tampoco piensen que de lo anterior se sigue que vayamos a estar de acuerdo en todo o que podamos llegar a entendernos por completo: esto es totalmente imposible (y, en algún sentido, también es indeseable). Pero lo que sí tenemos que sentirnos llamados a intentar es que quienquiera que vaya a leernos pueda comprender aquello que hemos querido expresar. De allí el esfuerzo por salir de las oraciones sintéticas o por el uso de rodeos expresivos; por referirse a aquello que queremos expresar de varias maneras o por cuidar que la puntuación respete lo más posible nuestra forma de hablar.

Esto que les cuento no es tanto un pedido como una declaración de principios: es la manera en que me gusta que "me lean", asumiendo y sabiendo que siempre puede haber algún problema en la interpretación, que siempre va a quedar un "resto" y que este proceso siempre es incompleto; pero también manteniendo constantemente la apertura al intercambio escrito, a la clarificación y a un acercamiento progresivo [pero inevitablemente asintótico] a lo que escribo y a lo que leo. Esperemos que este "mensaje dentro de una botella" llegue a buen puerto y podamos ir construyendo aquel espacio de intercambio...




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